Historia de la imagen

(Señora del consuelo)

El primer hecho milagroso de esta imagen sucedió en el hospital de San Andrés de la Ciudad de México en donde las hermanas de la caridad, a principios del Siglo pasado, desarrollaron un fructuoso  apostolado. Al filo de la madrugada de una siniestra noche se desató una horrible tempestad que pronto empezó a inundar los salones de la planta baja, en donde se encontraban encamados innumerables enfermos. La Superiora, al contemplar aquel desastre, corrió al oratorio a pedir un milagro a una Virgen Dolorosa que era venerada con amor por toda la comunidad. La gracia de María no se hizo esperar, cesó la tempestad y el impetuoso manantial comenzó a minorar ahuyentando todo peligro.

Al día siguiente, tornada ya la calma, contemplaron que la Virgen Dolorosa, que era de una pieza y sin goznes, tenía su mano diestra en ademán de contener las aguas, Cuando vino la época de lanzamiento de las comunidades religiosas de México, las hermanas de la Caridad tuvieron que abandonar su hospital de San Andrés. La Superiora, antes de partir, obsequió a una benefactora algunos santos y entre ellos la Imagen de la Virgen Dolorosa, que para ese momento se encontraba ya con la mano tronchada pues la piedad de un  antiguo albañil, servidor de las hermanas y testigo del milagro la había arrancado para conservarla con cariño.

Pasados algunos años, la piadosa señora, queriendo que la Imagen tuviera culto, la obsequió a una religiosa Josefina, por eso ya a fines del siglo pasado, vemos a la imagen de la Virgen Dolorosa en la casa central de las Hermanas Josefinas. Las educandas, sin tener noticias del milagro, acudieron, desde un  principio, a la protección de la Virgen, sobre todo en tiempo de los exámenes. “Vayamos a pedir gracias a la Virgen Fea”, así la llamaron siempre por estar ennegrecida, desde que una ocasión estuvo a punto de quemarse.

Una señora, de su devoción, mandó limpiar y retocar el rostro de la virgen Fea. Más tarde, la piedad caprichosa de otra benefactora convenció a las Hermanas Josefinas para que le cambiaran el rostro, la Virgen Fea obtuvo entonces un rostro nuevo, mientras que la cabeza de la antigua Virgen Dolorosa fue obsequiada al Siervo de Dios José Ma Villaseca. Un día el fundador de los Misioneros Josefinos limpiaba su ropero y al encontrar la cabeza de la Virgen Dolorosa, la entregó al P. José, Ma. Troncoso, M. J., para que la utilizara en algo.